Economista político o académico: ¿En qué debería convertirme?

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Economista político o académico: ¿En qué debería convertirme?

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“Soy economista,” dije una vez con orgullo durante una pequeña conversación en una fiesta. “Oh, ¿entonces qué haces, muchos conteos de dinero y reportes financieros?” escuché como respuesta, como tantos graduados en economía anteriores a mí. “Qué va, mejor dejar eso en manos de los profesionales de negocios y finanzas,” respondí. ¿Pero qué hacen exactamente los verdaderos economistas?

Ésto probablemente le sorprenda a alguien ajeno a este campo, pero los economistas vienen empaquetados diferentemente. Las dos opciones profesionales más comunes – los ámbitos político y académico – ofrecen caminos ampliamente distintos para los economistas.

Ésto nos hace preguntarnos, y especialmente para los próximos graduados en economía: ¿cuáles son las diferencias?

He probado ambos mundos por mí mismo: tras haber trabajado para un “think tank” de economía, regresé al ámbito académico para cursar un doctorado en economía. Si bien ambos caminos proporcionan un entorno intelectualmente desafiante, y mi investigación sigue estando orientada a la política, puedo ver claras diferencias en el campo de la investigación, el proceso de trabajo, y el tipo de resultados que se esperan de mí.

Resolver vs. Encontrar Problemas

La diferencia más radical y destacable entre un economista político y académico se encuentra en que el primero trabaja con el problema que se le presenta, mientras que el segundo considera cuáles son los problemas que requieren una mayor atención.

Por ejemplo, el gobierno se muestra descontento con la tasa de desempleo en la economía. El desempleo ha aumentado en 2 puntos porcentuales en el último año. Una de las opciones para reinsertar a las personas en la mano de obra es introducir políticas activas del mercado laboral, que van desde la financiada readaptación en el mercado laboral hasta programas de orientación profesional para los desempleados. Un economista político sería contratado para contribuir en el diseño de una solución. De esta manera, el problema pasa a estar en sus manos.

Por el contrario, en el ámbito académico las personas tienen la oportunidad de elegir el tema en el que estén realmente interesados. Ellos mismos van en búsqueda de un problema o tema de investigación, en lugar de esperar a que éste caiga del cielo. Por ejemplo, pueden elegir entre estudiar las políticas del mercado laboral o el comportamiento electoral de las madres solteras. Y si no, pueden elegir estudiar cualquier otro tema dentro del alcance de sus competencias.

Mecanismos Teóricos vs. Implementaciones Prácticas

Cuando el problema pasa a manos de un economista político, su función es encontrar una solución viable, normalmente dentro de una restricción presupuestaria determinada, para responder la pregunta de cómo. Cuando un investigador académico se enfrenta a la misma situación, su función es evaluar lo que en principio funciona, para responder la pregunta de qué.

Digamos que el gobierno sigue manteniendo una postura seria en la lucha contra el desempleo. La función de un economista político sería estudiar los hechos, incluyendo las mejores prácticas del mundo, y proponer un proyecto de política económica que mejor se ajuste al contexto del país. Los economistas políticos no tienen el lujo de perder el tiempo, y tienen un presupuesto estricto al que se han de adherir.

En cambio, la función de un economista académico sería emplear grandes bases de datos, quizás de otros países similares, para evaluar la efectividad de cada opción de política existente (o tal vez para teorizar una nueva). Ésto no es un proyecto corto, ni está siquiera determinado por el contexto. En el ámbito académico, los investigadores se interesan en el mecanismo universal, en lugar de en la solución a un problema determinado.

Profesional Completo vs. Experto Especializado

Los economistas políticos deberían estar equipados para tratar cualquier problema que se les presente, por lo que es vital desarrollar un conocimiento práctico en una serie de temas. En el ámbito académico, se valora una experiencia ajustada, por lo que normalmente un economista académico profundizará en una dirección.

Teniendo en cuenta el mismo problema del desempleo anterior, también se espera que un economista político sea consciente de las teorías principales y de la evidencia empírica en la Economía Laboral. Lo que también se espera es que sea bien consciente del contexto: el funcionamiento del mercado laboral en su país, incluyendo una buena comprensión de la legislatura, las tendencias del mercado, y las políticas gubernamentales existentes.

Un economista académico dedicará mucho más tiempo a una reducida parte del problema, lo que a menudo supone investigar un patrón que complete los vacíos en la literatura. Por ejemplo, tendría que investigar si dando cheques de estudio a las personas desempleadas, éstas aumentarían sus posibilidades de encontrar un trabajo. Ese es el motivo por el cual las personas del ámbito académico a menudo se especializan en uno o dos áreas de investigación, en mi caso, en Economía Laboral.

Habilidades de Persuasión vs. Precisión Metodológica

El mundo de la política está orientado a la solución, por lo que movilizar a tantas personas como sea posible en torno a una idea política es un aspecto de éxito. Mientras tanto, se espera que el ámbito académico genere nuevos indicios científicos, por lo que el enfoque se encuentra en la forma en que el problema es abordado.

La función de un economista político es convencer a quienes formulan las políticas de que la idea resolverá el problema de su interés generando un impacto positivo en la población y la economía. Dado que las personas involucradas no suelen ser los propios economistas, un economista político debería saber cómo comunicarse con ellas en un idioma que comprendan con cierto grado de asertividad. El objetivo es sacar la idea adelante, ya que de esta forma los “think tank” hacen que su negocio avance; consiguiendo que sus propuestas de políticas sean adoptadas y promulgadas.

La preocupación de los economistas académicos radica en la manera en que sus análisis son implementados. Tanto la metodología como la forma en que las hipótesis se formulan juegan un papel importante. El resultado debería arrojar una nueva luz sobre el problema primario, ya sea metodológica o teóricamente, o descubrir un nuevo fenómeno mediante conceptos conocidos. El objetivo es compartir el resultado con la comunidad de compañeros, digamos, que, de economistas laborales, quienes hablan el mismo idioma.

Hacer Cambios vs. Promover el Conocimiento

Los economistas políticos son contratados para encontrar una solución viable a un problema económico de un momento determinado, por lo que el resultado de sus trabajos es una política bien diseñada que ofrezca los resultados esperados. El ámbito académico, en cambio, genera nuevos conocimientos, por lo que el resultado se mide en términos de la contribución que se está aportando al estudio existente.

Continuando con nuestro caso del desempleo, un economista político llevará a quienes formulan las políticas un documento que detalle las opciones que funcionarían mejor y el motivo de ello. Además del diseño de una política detallada, que evidentemente se debe entregar, un economista político debería estimar los costes y beneficios de la iniciativa, considerando incluso si es necesario modificar la legislación para acomodarla. Lo ideal sería que una propuesta de política se convirtiese en ley.

Mientras tanto, uno de los principales objetivos de la producción académica es la publicación en una revista con renombre, de tal forma que otros miembros de la comunidad de investigación puedan tener conocimiento sobre un mecanismo en particular. Si bien algunos trabajos académicos examinan las implicaciones políticas, éstos suelen ser generales y no específicos para cada contexto.

Mi experiencia: los pros y contras de cada

Elegir cuál trayectoria profesional seguir depende de las preferencias de cada uno respecto a mantener una perspectiva amplia (economista político) o desarrollar un conocimiento profundo (economista académico), cambiando de proyecto rápida (política) o lentamente (ámbito académico), y comunicándose dentro (mundo académico) o fuera (política) de la comunidad profesional de economistas.

Cuando trabajé para un “think tank”, a menudo interactuaba con profesionales de tanto el sector público como el privado. Las políticas son desarrolladas por y para personas, y dado que las personas difieren entre sí, así lo hizo mi enfoque a cada política – ésto requirió bastante esfuerzo mental y una gran empatía. Realmente disfruto al comunicarme con las personas, por lo que más que una carga, lo encontré como un aspecto positivo del trabajo. En el ámbito académico, las interacciones son menos frecuentes y a menudo dentro de las mismas comunidades de investigación, por lo que tal vez no sea tan atractivo para personas más extrovertidas.

Por otro lado, como economista político, no tuve mucha opción a la hora de elegir en qué tema quería trabajar. La mayoría de los proyectos eran apasionantes y atrapantes, mientras que con algunos había que limitarse a hacerlos, y no podía decir que no ni delegar el trabajo a un compañero. En cambio, ahora que tengo el estatus de doctorado, tengo la libertad de elegir. Soy responsable de la satisfacción que recibo de mi trabajo intelectual, y puedo dejar los proyectos con los que no me sienta emocionado. El amor por lo que investigues es crucial en el mundo académico.

Aunque ambas ideas a menudo parezcan independientes, los caminos de los economistas políticos y académicos tienen mucho en común. Ambos deben tener un profundo conocimiento de la economía, y probablemente recibirán muchos comentarios sobre los mercados financieros cuando vayan a alguna fiesta. Además, uno no puede existir sin el otro. Quienes formulan las políticas necesitan a los académicos para producir nuevos conocimientos útiles en la vida real, mientras que el ámbito académico necesita problemas en las políticas que ocurran en el mundo real para evaluar, e inspirar nuevas posibilidades de investigación.

Probar ambos mundos puede ayudar a un economista a saber cuál prefiere, y a apreciar ambos. Lo que al final importa es que uno realmente disfrute de lo que está haciendo.

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