¿Puede la Economía prevenir la guerra?
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¿Es la economía una herramienta útil para mantener la paz? ¿Pueden las naciones emplear políticas económicas para evitar la guerra? Ahora que la globalización es un hecho consolidado en la política moderna, esta pregunta es más importante que nunca. En este artículo, consideraremos argumentos tanto a favor como en contra.
Sí, porque las sanciones económicas proporcionan una alternativa a la acción militar
Uno de los principales argumentos a favor de la economía como método preventivo de guerra es que proporciona mecanismos alternativos a los estados nación para responder entre sí sin necesidad de una intervención militar. Tanto los estados nación como los organismos internacionales, tal y como Naciones Unidas, tienen herramientas de censura a otras naciones que tengan un comportamiento peligroso, sin tener que recurrir a tácticas militares como primer paso. Por ejemplo, si una nación se comporta de forma agresiva con sus vecinos y amenaza con desestabilizar un área, otras naciones podrán entonces imponer sanciones económicas como primer paso, en lugar de inmediatamente enviar tropas.
Las sanciones económicas pueden incluir barreras comerciales, aranceles más altos, o restricciones sobre transacciones financieras. En casos más graves, un embargo o una prohibición comercial pueden prevenir el comercio entre naciones. La nación que sea sujeto de las sanciones ciertamente experimentará una caída en el comercio, lo cual tendrá un efecto negativo en su crecimiento y desarrollo. Además, puede que acaben percibiéndose como un paria en el escenario internacional. Por estas razones, una nación puede decidir contener su comportamiento agresivo para que se levanten las sanciones, todo ello sin riesgo de que haya pérdida de vidas u operaciones militares.
Sí, porque la interdependencia económica global requiere paz
El concepto de interdependencia económica está vinculado al uso de sanciones económicas. La idea consiste en que a medida que nuestro mundo se globaliza progresivamente, las naciones cada vez dependen más unas de otras. Los estados también dependen unos de otros en tareas esenciales como la producción de alimentos, donde grandes cantidades de alimentos básicos se pueden importar desde otros lugares del mundo. Ésto definitivamente ocurre en los negocios, donde las grandes multinacionales tienen oficinas o puntos a lo largo de su cadena de suministro en muchos países distintos. Ésto es denominado como interdependencia económica.
Ésto significa que tanto para los líderes políticos de las naciones como para muchas personas de negocios que viven dentro del estado, mantener una buena relación con otros estados es esencial para el continuo bienestar del estado y sus empresas. Si una nación necesita el apoyo de otra, ya sea para comprar o venderle productos, entonces las naciones están incentivadas a mantener una relación positiva y pacífica, y a encontrar respuestas a los conflictos que no impliquen el comienzo de una guerra. Thomas Friedman lo llamó teoría Dell: “Dos países que formen parte de una gran cadena de suministro global, como Dell, nunca combatirán en una guerra entre sí siempre y cuando formen parte de la misma cadena de suministro global ".
Sí, porque el libre comercio fomenta la paz y mejora los derechos humanos
Finalmente, existe un argumento moral sobre que los mercados libres apoyan la paz y promueven los derechos humanos. La idea es la siguiente: coge un país con una economía fuerte, pero con un dudoso registro de los derechos humanos, tal y como China. Si las personas de las naciones occidentales desarrolladas quieren mejorar el bienestar de la población en China, entonces necesitarán mantener una conexión política con ellos. Si los países decidiesen dejar de comerciar con China debido a su violación de los derechos humanos, entonces lo más probable sería que además de perjudicar a los trabajadores chinos, el gobierno chino no tuviese ningún incentivo de mejorar su registro de derechos humanos. Para influir en el comportamiento de otras naciones es necesario el libre comercio con éstas para utilizarlo como moneda de cambio.
La segunda parte de este argumento indica que la mejor forma de mejorar los derechos humanos es modelándolos para otros países. Para mejorar los derechos humanos, las naciones tienen que interactuar entre sí y mostrar cómo una nación puede progresar y prosperar sin vulnerar los derechos humanos. Es por lo tanto esencial para las naciones que éstas interactúen entre sí mediante el comercio, ya que ésta es la manera de que los derechos humanos eventualmente sean mejorados a nivel mundial.
Sin embargo, también hay argumentos en contra:
No, porque la guerra impulsa las economías
Un argumento en contra de lo anterior es el siguiente: la economía no puede prevenir la guerra, porque el bienestar económico está en sí mismo apoyado e impulsado por la guerra. En tiempos de guerra, la producción y la infraestructura de una nación aumentan para construir estructuras y armas militares y movilizar esos elementos alrededor y más allá del estado. Este aumento en la producción conlleva un menor desempleo, una mayor eficiencia, más producción, y por lo tanto una economía más fuerte y en crecimiento.
Al final, las guerras se pueden ver como “necesarias” debido a que proporcionan una justificación del crecimiento económico. George Orwell popularizó el concepto de la guerra perpetua, según el cual las guerras se libran indefinidamente no por las acciones de otros estados, sino para preservar el orden dentro de un estado: “[ La guerra] acaba con el excedente de los bienes de consumo, y ayuda a preservar la particular atmósfera mental que necesita una sociedad jerárquica... La guerra es llevada a cabo por cada grupo dirigente en contra de sus propios súbditos, y el objetivo de la guerra no es hacer o prevenir conquistas de territorios, sino mantener la estructura de la sociedad intacta.” Desde este punto de vista, la economía nunca puede prevenir la guerra, ya que la guerra es un motor económico extremadamente efectivo.
No, porque las sanciones económicas eventualmente dan lugar a una acción militar
Se puede formar otro argumento en contra del uso de sanciones económicas para prevenir la guerra, y es que tales sanciones son lo suficientemente inefectivas como para ignorarse, o lo suficientemente efectivas como para perjudicar a la población de la nación que las recibe – y en este caso, la acción militar no suele estar muy lejos. Una sanción económica, como puede ser el caso de un bloqueo, puede ayudar a cortar los suministros a una nación y a despertar el descontento de otras naciones sobre la nación sancionada. Pero cuando este bloqueo amenaza a la estabilidad de la nación, la acción militar puede ser entonces justificable como respuesta.
Por ejemplo, considera la Crisis de los misiles de Cuba. El bloqueo parcial a Cuba en 1962 fue establecido por Estados Unidos para prevenir la movilización de misiles soviéticos a Cuba, donde se encontrarían cerca de suelo estadounidense. Pero este bloqueo no alivió las tensiones entre EE.UU y la Unión Soviética, sino que las aumentó. No solo ésto, sino que también arrastró a otras naciones dentro del conflicto y las obligó a decidir de qué lado estaban. Sin embargo, eventualmente se alcanzó un acuerdo entre EE.UU y la Unión Soviética, el bloqueo estuvo extremadamente cerca de dar pie a una tercera guerra mundial. Asimismo, aquellos convencidos de que, a diferencia de la guerra, las sanciones económicas no son perjudiciales para el bienestar de los ciudadanos, deberían considerar el bloqueo de la Franja de Gaza que lleva en curso desde el 2007. La situación en Gaza es espantosa: agua no potable, escasez de alimentos, falta de combustibles, cortes de corriente regulares, y la destrucción del comercio y la industria. Sería difícil argumentar que las sanciones económicas son una alternativa más humana a la guerra cuando causan tanto sufrimiento.
No, porque la historia demuestra lo contrario
En relación con el valor de la interdependencia económica en una sociedad cada vez más globalizada, uno solamente necesita observar la historia para observar la eficacia que ésto ha tenido para detener la guerra en el pasado. El periodo previo a la Primera Guerra Mundial estuvo marcado por una fuerte internacionalización del comercio y los negocios, con la interdependencia económica como un aspecto clave, sobre todo del panorama europeo. El extendido uso del patrón oro facilitó el comercio entre naciones, y por lo tanto pasó a ser algo común. Pero esta interdependencia no logró en absoluto detener la Primera Guerra Mundial. Si la interdependencia falló en mantener la paz, ¿qué razón tiene pensar que funcionará ahora?
Algunos escritores también han argumentado que la interdependencia económica crea la guerra al poner en contacto a naciones poderosas entre sí. Según Kenneth Waltz, “Es imposible tener una guerra a menos que los potenciales participantes estén de alguna manera vinculados.” Cuando los estados dependen unos de otros, especialmente de productos esenciales como los alimentos, ésto se percibe como una vulnerabilidad. Los estados, por lo tanto, buscan controlarse unos a otros de maneras cada vez más estrictas como respuesta a esta vulnerabilidad percibida, y lo más probable es que acaben en una situación de guerra.
Conclusión
Claramente, existen argumentos sólidos tanto a favor como en contra de que la economía sea un método para prevenir la guerra. La dificultad radica en desentrañar los particulares efectos de las políticas económicas - las consecuencias a menudo pueden ser de gran alcance, y en algunos casos imprevistas. Además, se deben tener en cuenta el contexto histórico, el potencial de una respuesta militar, y el estado general de la política mundial - es una cuestión realmente compleja.
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