La Crítica de un Economista
La 'Receta Sin Ingredientes' en los Libros de Macroeconomía
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La producción es la interacción entre el hombre y la naturaleza
Karl Polanyi, La Gran Transformación
Hace aalrededor de cincuenta años, William Nordhaus y James Tobin, ambos profesores en la Universidad de Yale y posteriormente laureados con el Premio Nobel de economía, escribieron un artículo con el que intervinieron en el debate expuesto por el reconocido Informe al Club de Roma, Los Límites del Crecimiento (Meadows et al, 1972)1. Entre otras cosas, escribieron lo siguiente: "El modelo de crecimiento estándar […] es básicamente un modelo de dos factores donde la producción tan solo depende del trabajo y del capital reproductivo. La tierra y los recursos [naturales], el tercer miembro de la clásica tríada, generalmente se han omitido" (Nordhaus y Tobin, 1973, p. 522).
Nordhaus y Tobin hicieron referencia a una herramienta analítica ampliamente utilizada por la teoría estándar, la función de producción agregada. Etsa función es normalmente presentada en forma de Y = f(L, K), donde los determinantes del producto (Y) son el trabajo (L) y el capital (K) - los “factores de producción”. Algunas veces, junto con el trabajo y el capital, se toman en consideración la “tecnología” o la “eficiencia” como causas del crecimiento económico.
Probablemente uno se pregunte por qué los recursos naturales, tradicionalmente representados por la “tierra”, se omitieron en la función de producción. Existen distintas respuestas.
En primer lugar, algunos economistas neoclásicos a finales del siglo 19 y a comienzos del 20 incluían la “tierra” en los activos de capital (consulta Daly y Cobb, 1989, pp. 109-113; Czech, 2013, pp. 91-116); si bien en los años siguientes muchos economistas no consideraron la “tierra” en la función de producción y simplemente se “olvidaban” de ella, olvidando en consecuencia los recursos naturales.
En segundo lugar, tras la Segunda Guerra Mundial, se generó un ambiente general de optimismo económico, motivo por el cual muchos economistas decidieron considerar tan solo aquellos recursos naturales que no escaseaban (consulta Nordhaus, 1974, p. 22, Daly, 1999a, p. 79), y que por lo tanto eran irrelevantes para la economía; todo ello sobre la base de que si y cuando un único recurso empezaba a escasear, éste podía ser sustituido por otros recursos considerando que "La naturaleza impone escaseces particulares, no una escasez general inescapable" (Barnett y Morse, 1963, p. 11). Adicionalmente, muchos economistas se evadieron del problema de la escasez absoluta al admitir que las materias primas obtenidas de la naturaleza podían ser sustituidas por el capital creado por el hombre. De acuerdo con mi conocimiento, la primera afirmación explícita para esta sustituibilidad fue la elaborada por Nordhaus y Tobin en el artículo mencionado anteriormente (1973, pp. 522-3) y, pese al hecho de que durante años los economistas ecológicos han criticado repetida y detalladamente sobre este punto (consulta por ejemplo Daly, 1996, pp. 76- 8), la creencia de que el capital puede reemplazar a los recursos naturales en la producción sigue estando muy generalizada entre los economistas neoclásicos2.
Finalmente, un motivo significativo bajo el cual se decidió omitir la consideración de los recursos naturales fue simplemente debido a un tema de conveniencia matemática, dado que el “modelo de dos factores” es más gestionable para el tratamiento matemático y de cara a la enseñanza hacia los estudiantes (Daly, 1996, p. 77; Czech, 2013, p. 87).
Habiendo eliminado los recursos naturales de la función de producción, los economistas convencionales dejaron éstos de lado de casi todos sus modelos, y en general de sus anotaciones, hasta el punto de que Robert M. Solow (profesor emérito en el MIT y laureado por un Premio Nobel) – autor del "modelo de crecimiento estándar" mencionado por Nordhaus y Tobin – defendió la siguiente sorprendente afirmación: "el mundo puede, en efecto, avanzar sin recursos naturales" (Solow, 1974, p. 11)3. A este respecto el economista ecológico Herman Daly (antiguo economista sénior en el Banco Mundial y profesor emérito en la Escuela de Políticas Públicas de la Universidad de Maryland - College Park) escribió:
"Su [de Solow] reconocido trabajo en la teoría del crecimiento está basado sobre la función de producción agregada, donde los recursos no aparecen en absoluto, y que toma la producción como una función dependiente de tan solo el capital y el trabajo. […] Dado que la función de producción a menudo se explica como una receta técnica, podríamos decir que la receta de Solow reclama hacer una tarta con tan solo el cocinero y su cocina. No necesitamos harina, huevos, azúcar, etc., ni electricidad o gas natural, ni tan siquiera leña" (Daly, 1999a, p. 77).
En resumen, la función de producción neoclásica es una "receta sin ingredientes" (Daly, 1999b, p. 91). Por el contrario, sabemos que la producción requiere “ingredientes”, denominados como materias primas obtenidas del inventario de recursos naturales, transformados en productos por el trabajo y el capital. Sin recursos naturales los factores de producción no pueden producir nada, ya que como todo el mundo sabe: "la herrería estuvo callada durante un mes ya que no tenía acero para fabricar herramientas y herraduras", afirmación que escribió Ken Follett en una de sus novelas (Follett, 1996, p. 373); un economista neoclásico que lea ese pasaje pensaría, en su lugar, que la herrería podría continuar produciendo tan solo herreros (L), yunques, martillos y otro material (K).
La informal actitud de los economistas convencionales hacia los recursos naturales se ve reflejada en los libros de macroeconomía. En 1991 Herman Daly decidió buscar entre los índices de los tres principales (en esa época) libros en macroeconomía y descubrió que no existían "registros bajo ninguno de los siguientes temas: medioambiente, recursos naturales, contaminación, agotamiento" (Daly, 1991, p. 255)4. Ante esto el profesor Daly preguntó retóricamente: "¿Es realmente el caso, tal y como los destacados escritores de libros parecen pensar, que la macroeconomía no tiene nada que ver con el medioambiente?" (ib.).
Uno puede preguntarse si hoy en día, treinta años después del anteriormente mencionado descubrimiento de Daly, los principales libros en macroeconomía reconocen el papel fundamental de los recursos naturales en el proceso de producción y por lo tanto para el crecimiento del PIB. Generalmente la respuesta es “NO”, si bien algunos libros han tomado algún paso hacia delante. Por ejemplo, el libro “Economía” escrito por Paul Samuelson (profesor en el MIT y ganador de un Premio Nobel), y además renovado y actualizado por William Nordhaus, muestra una función de producción con recursos naturales junto con el trabajo y el capital (Samuelson y Nordhaus, 2010, p. 503). Sin embargo, ésta no es una solución satisfactoria para considerar los recursos naturales, tal y como lo demostró Nicholas Georgescu-Roegen – uno de los "pioneros de la Economía del Desarrollo Sostenible" (Daly, 1996, p. 169) − (Georgescu-Roegen, 1979, p. 17; Georgescu Roegen, 1984). En resumen, el motivo es que las materias primas (p.ej. recursos naturales) desempeñan un papel distinto en el proceso de producción en comparación con el trabajo y el capital, tal y como bien explica la siguiente cita de Herman Daly y Joshua Farley:
"El trabajo y el capital son agentes transformadores, reservas que transforman el flujo de los recursos en un flujo de producción, si bien no están como tal representados físicamente en el producto. El trabajo y el capital son agentes de transformación (causas eficientes, o fondos de servicio), mientras que los recursos son aquello que se transforma (causas materiales, o flujos y fondos de reserva). La función de producción neoclásica abstrae la diferencia entre las causas materiales y eficiente de producción y considera ambas como equivalentes […]" (Daly y Farley, 2011, p. 157).
Por este motivo, considerar las materias primas como factor de producción bajo el mismo nivel del trabajo y el capital es incorrecto. En la función de producción los factores de producción son sustituibles: se podría producir algo tan solo mediante trabajo o mediante capital (desplazándonos sobre la misma línea isocuanta). Sin embargo, en la realidad, no podríamos producir nada sin materia prima: el panadero no puede producir pan sin agua, harina o energía para calentar el horno, precisamente porque la producción requiere un flujo de recursos naturales.
La función de producción de tres factores de producción presentada en el libro “Economía” de Samuelson y Nordhaus plantea las críticas lógicas y económicas mencionadas anteriormente, aunque al menos considera la importancia de los recursos naturales en el proceso de producción. Al contrario, otros libros subestiman considerablemente la función de los recursos naturales. Por ejemplo, en un manual escrito por dos economistas muy autoritativos de la Universidad de Princeton, William Baumol y Alan Blinder, los recursos naturales y las materias primas son debidamente considerados factores del proceso de producción (Baumol y Blinder, 2016, pp. 22, 430), sin embargo, cuando desarrollan su análisis utilizando la función de producción, tan solo consideran el trabajo y el capital, desapareciendo por tanto los recursos naturales, y pareciendo que ya no son necesarios para generar PIB: "La función de producción nos dice cuánta producción la economía puede producir a partir de las reservas disponibles de trabajo y capital, dado el estado de la tecnología" (Baumol y Blinder, 2016, p. 121; consultar también pp. 104ss.).
Lo mismo ocurre en el libro “Macroeconomía” publicado por Olivier Blanchard (MIT, primer economista jefe del FMI) y David R. Johnson (Universidad W. Laurier): la función de producción agregada es presentada declarando que las empresas emplean "también materia prima" (Blanchard y Johnson, 2012, p. 122), aunque más tarde estos economistas olvidan esta declaración y la materia prima se desvanece5; en este libro "no hay entradas bajo ninguno de los siguientes temas: medioambiente, recursos naturales, contaminación, agotamiento", tal y como en los libros examinados por Daly a principios de los 90.
Analicemos ahora el interesante caso del libro escrito hace unos pocos años por el profesor de Harvard N. Gregory Mankiw. Podemos leer lo siguiente: "La producción de bienes y servicios de una economía – su PIB – depende de: (1) su cantidad de insumos, llamados factores de producción, y (2) su habilidad de convertir los insumos en producción, tal y como se representa por la función de producción” (Mankiw, 2010, p. 47). Por lo tanto, de acuerdo con esta declaración, la producción no depende de la materia prima ni de los recursos de energía disponibles provenientes de la naturaleza, los cuales no son considerados un factor a parte, ni tan siquiera se encuentran incluidos en el capital6: sencillamente “no existen”. La única cosa "natural" que aborda este texto es la tasa de desempleo.
Cabe destacar, respecto a la declaración anterior de Mankiw, el mensaje dirigido a los estudiantes de acuerdo con el cual la economía "convierte insumos en producción". El concepto es reafirmado con las siguientes palabras: "[...] muchos economistas consideran la función de producción Cobb-Douglas como una buena aproximación de cómo la economía actual convierte el capital y el trabajo en bienes y servicios" (Mankiw, 2010, p. 527). Lo mismo fue indicado por los ya mencionados Baumol y Blinder: "Es útil pensar en un sistema económico como una máquina que toma los insumos, tal y como el trabajo y otras cosas a las que llamamos factores de producción, y los transforma en productos, o en aquellas cosas que las personas quieren consumir" (Baumol, Blinder, 2016, p. 22).
Los estudiantes que son formados bajo estos textos aprenden que el herrero que produce herraduras y barandillas metálicas no necesita hierro en bruto ni carbón para fundirlos (al contrario de lo que escribió Ken Follett): estos materiales pueden permanecer en las minas, dado que lo que el buen artesano haría sería transformar por sí mismo, el yunque, el mazo y otro material ("trabajo y otras cosas a las que llamamos factores de producción") en objetos metálicos. Y en una fábrica de atún enlatado, los trabajadores y el material de enlatado darían lugar, de acuerdo con Mankiw, Baumol y Blinder, a sabrosos filetes de atún. Mankiw, tal y como hemos apreciado, afirma que "muchos economistas" piensan de esta forma, si bien parece bastante evidente que están equivocados, dado que, tal y como hemos dicho, no son el capital y el trabajo lo que se transforma en productos, sino la materia prima, p.ej. recursos naturales (y para llevar a cabo esta transformación es necesario un factor de energía). Cabe destacar que afortunadamente así es como ocurre, ¡ya que los trabajadores no estarían nada felices si fuesen transformados en bienes o servicios! Sin embargo, debo admitir que Ias afirmaciones de Mankiw, Baumol y Blinder a veces son constatadas: por ejemplo, en la ciudad de Chicago de principios del siglo veinte, los trabajadores que caían dentro de las calderas utilizadas por la industria de la carne enlatada eran efectivamente transformados en productos, tal y como lo relató el escritor Upton Sinclair en su novela de investigación “La Jungla” (1906).
Para confirmar su visión, Mankiw presenta el siguiente ejemplo: "… considera la producción en una panadería: la cocina y su material son el capital de la panadería; los trabajadores contratados para hacer pan son el trabajo y las barras de pan son el producto. La función de producción de la panadería muestra que el número de barras producidas depende de la cantidad del material y del número de trabajadores" (Mankiw, 2010, p. 48). ¿Y acaso no depende también de la cantidad de harina, levadura, agua y energía para calentar el horno?
Afortunadamente, el profesor Mankiw en un libro más reciente recordó los recursos naturales (o “tierra”) y los consideró como factor de producción (Mankiw, 2017, pp. 22, 242), en línea con el libro de Samuelson y Nordhaus. Tal y como hemos visto, no se trata de un enfoque satisfactorio, pero por lo menos los recursos naturales no son olvidados por completo. En lugar de ello, en el libro publicado por Charles I. Jones (Universidad de Stanford) podemos encontrar un ejemplo parecido al de la panadería de Mankiw, sin hacer ninguna referencia al factor de los recursos naturales transformados para obtener productos. El ejemplo de Jones hace referencia a la producción de helados: el "mensaje" se centra en que los heladeros (trabajo) producen helado simplemente haciendo uso de materiales (capital), sin agua, leche, azúcar, ni chocolate (o algún tipo de polvo); y en la fábrica de helados de Jones el material utilizado permanece inactivo, ya que no se menciona la energía necesaria para que la maquinaria funcione (Jones, 2014, p. 70).
Frente a argumentos de este tipo, Herman Daly escribió lo siguiente: "La función de producción neoclásica es peor que la alquimia [...] Los economistas neoclásicos, sin avergonzarse, escriben ecuaciones donde los flujos de materiales de los productos no requieren flujos de materiales de factores de producción" (Daly, 1999b, p. 91).
Este rápido estudio de los libros sobre macroeconomía es muy esclarecedor respecto a la actitud del economista estándar sobre los recursos naturales. Daly y Farley remarcaron que "Ignorar el papel necesario de los recursos naturales en la producción es parte de un patrón en la economía neoclásica que tiene el efecto de negar que la naturaleza tenga algún papel en la vida económica" (Daly and Farley p. 160). Este patrón se puede explicar con el paradigma de Kuhnian de la economía neoclásica (ib., pp. 23-4), un paradigma que niega el problema de escasez total de los recursos naturales para no cuestionar el dogma del crecimiento infinito. La función de producción tradicional está particularmente adaptada a ese paradigma.
Si la función de producción solamente contempla trabajo y capital, los recursos naturales son olvidados, con consecuencias negativas sobre la sostenibilidad: si, diciéndolo de alguna manera, para modelar la producción de atún enlatado uno utiliza una herramienta analítica que solamente considera trabajadores (el factor de trabajo) y material de enlatado (el factor de capital) y no atún capturado, el problema de la sobrepesca no aparece por definición. Adicionalmente, si los recursos naturales son incorporados en la función de producción como factor de producción, tal y como el trabajo o el capital, son automáticamente considerados como sustituibles respecto a estos dos otros factores, y esto es absurdo, dado que los trabajadores y el material de enlatado no pueden sustituir al atún.
En conclusión, una correcta representación del proceso de producción implica abandonar la “receta sin ingredientes”. Metáforas a parte, la economía debe dejar de utilizar el enfoque tradicional basado en la función de producción donde los recursos naturales son práctica o completamente olvidados, y debe empezar a hacer uso del enfoque bajo el cual los recursos naturales son explícitamente representados como un flujo de material tomado del capital natural. Este enfoque, el cual es utilizado por los economistas ecológicos, debería inspirar los libros utilizados en las universidades. De esta forma, los jóvenes estudiantes de economía no absorberán más conocimiento engañoso y, cuando pasen a ser economistas, serán capaces de colaborar con otros científicos y con todos los ciudadanos para utilizar los recursos naturales de forma correcta con el objetivo de preservar el ecosistema del cual dependen nuestra economía y la vida de todas las criaturas.
*El autor agradece al profesor Herman E. Daly por sus generosas y útiles indicaciones. Este artículo reproduce con alguna adaptación un párrafo de un artículo más extenso publicado en italiano en el blog apocalottimismo.it.
Anotaciones
1 Para una descripción exhaustiva del contenido del Informe de Meadow, de las críticas que recibió y de los desarrollos que ha experimentado, consulta Victor (2019, pp. 168-174).
2 En un tratado escrito en 2003 algunos importantes economistas ambientales escribieron que "… muchos economistas creen que esos indicios apuntan a posibilidades de sustitución razonablemente altas (si bien no existe consenso sobre esta cuestión) […] entre los recursos y el capital reproducible" (Perman et al, 2003, p. 478). Más recientemente, un economista experto en este tipo de temas escribió que "En la mayoría de los artículos que tratan el crecimiento económico y el uso del recurso natural, se utiliza la hipótesis de la sustituibilidad entre el uso del recurso natural (como fuente de energía) y el capital físico" (Malaczewski, 2019, p. 2207).
3 Georgescu-Roegen utilizó las siguientes palabras: "Uno debe tener una perspectiva muy errónea del proceso económico como conjunto si no ve que no hay más factores materiales que los recursos naturales. Seguir afirmando que 'el mundo puede, en efecto, progresar sin recursos' significa ignorar la diferencia entre el mundo actual y el Jardín del Edén." (Georgescu Roegen, 1975, p. 361).
4 Los tres libross eran los siguientes: Dornbusch R. and Fischer S. (1987), Macroeconomics, McGraw-Hill, 4th ed.; Hall R. E. y Taylor J.B. (1988), Macroeconomics, W. W. Norton, 2nd ed.; Barro R. J. (1987), Macroeconomics, Wiley and Sons, 2nd ed.
5 Blanchard y Johnson tratan el petróleo en un solo recuadro, mostrando los diferentes efectos del aumento en los precios del petróleo crudo en las décadas de 1970 y 2000 (p. 153).
6 Dada la definición presentada por Mankiw, está claro que no considera la materia prima como componente del capital: "el capital es el conjunto de herramientas que los trabajadores utilizan: la grúa del trabajador de la construcción, la calculadora del contable, y el ordenador personal del autor de este artículo" (Mankiw, 2010, p. 47).
Referencias
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