El Metal, los Mercados y Más
La economía de la música heavy metal
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La economía puede utilizarse para estudiar casi cualquier cosa, incluyendo la música más popular. Por ejemplo, el difunto Alan Krueger analizó la industria musical, examinando los ingresos de los conciertos en directo, la protección de los derechos de autor y los servicios de streaming en el libro Rockonomics. Del mismo modo, la economía puede ofrecer ideas sobre el heavy metal en concreto, un tipo de música rock caracterizado por guitarras estridentes y distorsionadas, ritmos intensos y potentes estilos vocales.
Los bienes culturales
El heavy metal es un ejemplo de bien cultural. Los bienes culturales, como los libros, el arte y la música, pueden estudiarse utilizando las herramientas estándar de la economía, como la oferta y la demanda. Sin embargo, los bienes culturales tienen características únicas que requieren un análisis más profundo.
Los bienes culturales encarnan aspectos tanto de los bienes de experiencia como de los bienes de información. Evaluar su calidad sin experimentarlos es todo un reto, ya que su valor reside en la información que contienen y no en bienes tangibles que se pueden comparar con mayor facilidad. En consecuencia, la música heavy metal depende de la publicidad boca a boca dentro de las redes sociales underground para conseguir seguidores. Las señales de calidad, como los fans que llevan camisetas de la banda y publican en las plataformas de las redes sociales, contribuyen al crecimiento del género, incluso en medio de las fluctuaciones de la popularidad comercial.
Los bienes culturales como la música heavy metal también generan externalidades positivas, lo que significa que producen valor más allá del consumo privado. La música heavy metal ayuda a desarrollar la cohesión social entre su entregada comunidad de fans e inspira a futuros músicos. Este tipo de externalidades positivas son una característica común de los bienes culturales; parte de su valor reside en ayudar a grupos de personas con ideas afines a formar comunidades. Por otro lado, los bienes culturales también pueden producir externalidades negativas, ya que no todo el mundo apreciará la contaminación acústica de su vecino poniendo a todo volumen death metal las veinticuatro horas del día.
La teoría de la superestrella
Otra forma de considerar los atributos distintivos de los bienes culturales es aplicar la teoría de la superestrella de Sherwin Rosen. Rosen (1981) demostró por qué un pequeño número de grandes artistas se apropian de la mayoría de las ganancias en ciertas industrias como la música, el arte y los deportes profesionales.
Podemos aplicar esta teoría al heavy metal considerando dos bandas estadounidenses de thrash metal que se hicieron populares en la década de 1980: Anthrax y Metallica. Ambas bandas tienen un estilo y un sonido similares, pero Metallica tiene una ligera ventaja sobre Anthrax en cuanto a melodías pegadizas y memorables. En otras palabras, son sustitutos imperfectos.
Como sugiere la teoría de la superestrella, esta pequeña diferencia de calidad se traduce en una gran diferencia de ganancias gracias a la tecnología de grabación y amplificación que permite economías de escala. Los estadios abarrotados y la distribución mundial de álbumes permitieron a Metallica convertirse en un nombre familiar con un patrimonio neto estimado en mil millones de dólares en 2023. Mientras tanto Anthrax, todavía considerada una de las “Cuatro Grandes” bandas de thrash metal (junto con Megadeth y Slayer), tiene un patrimonio neto de sólo 39 millones de dólares. Esta dinámica de “el ganador se lo lleva todo” ayuda a explicar por qué es un reto para la mayoría de los músicos de metal vivir de su oficio.
La globalización y el crecimiento económico
El heavy metal se originó en el paisaje industrial de la posguerra de Birmingham, Inglaterra, con las bandas pioneras Black Sabbath y Judas Priest a finales de la década de 1960. Desde entonces, su influencia ha cruzado fronteras y ha llegado a casi todos los países del mundo. Sin embargo, el número de bandas de heavy metal se distribuye de forma desigual entre los países.
En la actualidad, la mayor parte de la música metal se produce en aquellos países con ingresos elevados y mejor acceso a la asistencia médica y la educación. En concreto, Finlandia tuvo la mayor proporción de bandas de heavy metal por cada 100,000 residentes en 2021 y 2022. Dado que el heavy metal es un estilo musical muy técnico y virtuoso, requiere una importante inversión de capital humano. Y, dado que la probabilidad de éxito es menor en comparación con otras industrias, seguir una carrera en el heavy metal es más factible en países con fuertes redes de seguridad social y oportunidades de formación musical avanzada.
Así pues, no es de sorprender que la mayoría de las bandas de metal procedan ahora de países con un nivel de vida más alto. No obstante, este cambio en las circunstancias económicas ha marcado la evolución de la música metal. A pesar de que en un tiempo fue principalmente un reflejo de las luchas de la clase obrera, ahora se ha vuelto más diversa e intelectual, con más de 25 subgéneros distintos que incluyen el metal progresivo, el metal sinfónico y el folk metal.
Los cambios tecnológicos
La tecnología es un importante motor del crecimiento económico, pero también cambia la forma en que producimos y consumimos bienes culturales. La industria musical cambió radicalmente al pasar de soportes físicos como discos de vinilo, cintas y CD a formatos digitales a los que se accede a través de Internet. El heavy metal estuvo en el epicentro de esta transformación en 1999 con el histórico Metallica vs. Napster Inc.
Napster era un programa de intercambio de archivos entre iguales desarrollado para facilitar la transferencia de archivos de música digital de alta calidad, llamados MP3. El baterista de Metallica, Lars Ulrich, se convirtió en un opositor declarado del servicio después de que una versión inacabada de la canción “I Disappear”, grabada para la banda sonora de Misión Imposible 2, se filtró a Napster. Ulrich argumentó que Napster hizo que todo el catálogo de música de Metallica estuviera disponible gratuitamente sin pedir permiso, lo que llevó a Metallica a demandar por más de 10 millones de dólares en concepto de daños y perjuicios por infracción de derechos de autor.
La demanda suscitó nuevas inquietudes sobre el papel de la tecnología y el alcance de las leyes de propiedad intelectual para la música grabada, y sentó un precedente para futuros procedimientos legales y prácticas de la industria. Napster llegó a un acuerdo con Metallica y cesó sus operaciones en 2001, aunque fue rápidamente sustituido por otros servicios similares. Dado que Metallica había adquirido fama en parte gracias al comercio clandestino de cintas, sus acciones fueron consideradas hipócritas por los fans del metal.
En última instancia, las mejoras en la velocidad de Internet hicieron que el streaming resultara más práctico, reduciendo esencialmente el precio de la música en relación con los costos de la piratería. En retrospectiva, el intercambio de archivos fue probablemente beneficioso para la música underground como el heavy metal, porque permitió que la música se propagara en países donde de otro modo sería inaccesible debido a las leyes religiosas y al control autoritario de los bienes culturales.
Conclusión
El ejemplo de la economía del heavy metal constituye una aplicación divertida que puede ayudar a despertar el interés de los estudiantes por la economía. Y lo que es más importante, sirve como recordatorio de que el arte y la cultura están intrínsecamente ligados a las circunstancias económicas, destacando el impacto que las fuerzas del mercado pueden tener en la expresión creativa.
Referencias
Krueger, A. B. (2019). Rockonomics: A backstage tour of what the music industry can teach us about economics and life. Penguin Random House.
Rosen, S. (1981). The economics of superstars. The American Economic Review, 71(5), 845-858.
Créditos de la imagen del encabezado: Pixabay.
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